Su corto paso por el poder fue trascendental en cambios para Ecuador que tal vez no ocurrieron de inmediato, pero que fueron clave justo antes del retorno a la democracia y lo que vino después.

A puertas de un nuevo proceso electoral anticipado y extraordinario, quienes intenten buscar la presidencia deben ser conscientes de que se trata de asumir el mando del país por un corto periodo. Esto, si es que luego de cumplidos los casi 18 meses en el poder no se presentan nuevamente a las Elecciones de 2025.

Pero miremos atrás. En 1966, Ecuador atravesaba también una época complicada, así lo publicó la revista Vistazo el 28 de marzo de ese año:

“La nación ecuatoriana se hallaba al borde del caos. Nueve días de paro, las universidades a punto de desaparecer, muertos, heridos y cientos de prisioneros era el saldo de la lucha entre el pueblo inerme y las fuerzas militares».

Ya para el día 29, había presiones para cesar en funciones a la Junta Militar, la primera que se había instaurado en el país, y que llevaba en funciones desde 1963 como respuesta a lo que ocurría en Latinoamérica en medio de una compleja situación política en el mundo, que tenía como protagonistas a Rusia, China y Estados Unidos.

Las fuerzas sociales y políticas en Ecuador, frente a las militares, permitieron que se declarara un gobierno interino, en la búsqueda de restablecer la situación que se vivía. Así, lograron designar presidente provisional a Clemente Yerovi Indaburu con la aprobación de la derecha y la izquierda ecuatoriana.

Esta oportuna acción consiguió que la tensión disminuyera. Y el 30 de marzo, Yerovi, quien tenía 62 años, juró la presidencia ante el general Telmo Vargas, jefe del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas, teniendo como testigos a los expresidentes Camilo Ponce Enríquez, Galo Plaza y Andrés F. Córdova.

Lo que afrontó Clemente Yerovi fue un gobierno de facto, es decir, fue presidente del Ecuador en un período interino. Algo que tenía muy claro y que respetó hasta el último día para que se cumpla la ley.

Durante siete meses y medio gobernó Yerovi, quien desde el primer día, llegó al Palacio de Gobierno con su maleta en mano y la mantuvo siempre en la oficina presidencial. Se trataba de una valija con objetos personales que -dijo- la usaría para volverse a su casa si es que las inconformidades, las presiones, trataran de alterar su única misión: volver al país a la constitucionalidad.

Cuando Yerovi asumió como presidente, sus primeras acciones se centraron en liberar a los presos políticos. En su gobierno no se encarceló a nadie a pesar de que restableció el derecho a la huelga y a asociarse, pero respetó las garantías ciudadanas.

Entre otros detalles importantes de su gobierno, Fabián Bedón también resalta que Yerovi Indaburo gobernó con independencia de partidos políticos y formó un gabinete de concentración nacional.

Destaca además, la suscripción, por su iniciativa, del Acuerdo de Cartagena, lo que a futuro daría paso a lo que se conoce actualmente como Pacto Andino.

En otros logros alcanzados en lo económico, está la creación de la Corporación Financiera del Ecuador (Cofiec), y la apertura de la primera sucursal del Banco Pichincha en Guayaquil.

En vialidad hizo posible la planificación para la posterior construcción del puente sobre el río Guayas, es decir, el puente de la Unidad Nacional que actualmente se levanta entre los cantones Guayaquil y Durán. Esta obra fue de trascendencia para unir la Costa y la Sierra.

Se le reconoce a este ecuatoriano durante su corto periodo, la creación del Servicio de Capacitación Profesional (SECAP) y de la Flota Bananera.

El fin de su gobierno y la entrega del poder

Una vez instaurada la Asamblea Constituyente, que él convocó, renunció al cargo de presidente y lo puso a disposición de los nuevos legisladores.

No le fue posible leer su mensaje a la nación como era una costumbre al final de periodos administrativos, porque quiso ese mismo día regresar a Guayaquil. Lo hizo conduciendo su vehículo, de la misma forma en la que había llegado siete meses y medio atrás.

Clemente Yerovi Indaburu tenía una vida dedicada a la economía y conocía de sus problemas, de cómo operaban los bancos, la industria, el agro, la transportación. Fue un tipo honesto, dicen los más cercanos colaboradores que hoy dejan libros para conocer de esta etapa de la historia ecuatoriana.

Su corto paso por el poder fue trascendental en cambios para el país que tal vez no ocurrieron de inmediato, pero que fueron clave justo antes del retorno a la democracia y lo que vino después.

Entregó un país con rumbo, tras recibirlo con cientos de problemas que parecían complicados de resolver.

Hombre de mucha fe, contó en varias de sus memorias que sentado en lo más alto del poder pidió a lo celestial no enamorarse de ese cargo, llegar a concretar la Constituyente de 1967, y equivocarse lo menos posible.

Apegado siempre a la ley, no nubló su juicio jamás mientras ejercía el mando. Murió en Guayaquil a los 76 años, una tarde de julio de 1981.

Afrontó el reto con alto patriotismo, sin aferrarse al puesto, que tenía fecha de expiración. Y aunque no faltó que alguien le hablará de la extensión del gobierno, Clemente Yerovi siempre les recordaba que la maleta estaba lista para regresar a su vida privada.

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